viernes, 21 de septiembre de 2007

¿Qué espera la Iglesia del Estado?




¿Qué espera la Iglesia del Estado?

La dimensión religiosa de las personas es una realidad que no puede ser combatida, desdeñada o ignorada por los poderes públicos de un Estado democrático.
El arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García-Gasco, en su carta publicada en «Paraula-Iglesia en Valencia» el 30 de noviembre de 2003, dedicada al 25 aniversario de la Constitución española, dice lo siguiente:
La dimensión religiosa de las personas es una realidad que no puede ser combatida, desdeñada o ignorada por los poderes públicos de un Estado democrático. El desarrollo económico, cultural, deportivo, político, asociativo e incluso el ocio son aspectos humanos que habitualmente encuentran acogimiento favorable en las autoridades que efectúan políticas positivas para el ejercicio de dichas facetas humanas.Las relaciones del Estado con las religiones son diversas en cada parte del mundo y resulta importante reseñar que el cristianismo, la religión del amor, la reconciliación y el perdón, asume desde sus inicios una postura abierta al diálogo. Cuando van a cumplirse XXV años de la Constitución Española resulta necesario recordar que la Iglesia buscó y facilitó cauces de acercamiento.¿Qué es lo que espera la Iglesia del Estado? Esa es una pregunta que se aprestan a responder, de forma indebida, plataformas o colectivos que expresamente se han formado recientemente con la pretensión de negar la presencia pública del fenómeno religioso. Intentan acallar nuestro derecho de expresión y manifestación en público. Ha sido el mismo Pontífice, Juan Pablo II, quien ha dicho bien claro lo que los cristianos esperamos de los poderes públicos. Ha sido en el documento Iglesia en Europa, en el que ha dejado una vez más, bien claras las expectativas de la Iglesia y del Estado: «En las relaciones con los poderes públicos, la Iglesia no pide volver a formas de Estado confesional. Al mismo tiempo, deplora todo tipo de laicismo ideológico, o separación hostil entre las instituciones civiles y las confesiones religiosas».La Iglesia no necesita que el Estado sea confesional para desarrollar su misión. Lo único que requiere es que el Estado respete la libertad religiosa. Las personas sólo pueden ejercer su libertad religiosa allí donde el Estado no coacciona la conciencia, allí donde no surgen formas solapadas de persecución por profesar el credo, allí donde no se desprecia la verdad, allí donde no se fomenta la soberbia prepotente o la indiferencia despectiva que expulsan a Dios de la ciudad.El respeto de la libertad religiosa de las personas se traduce en «la lógica de una sana colaboración entre comunidad eclesial y sociedad política». Igualmente, la Iglesia invita a los cristianos a no permanecer indiferentes ni impasibles ante el reto histórico de la construcción europea: «Con esta óptica, es necesaria una presencia de cristianos, adecuadamente formados y competentes, en las diversas instancias e instituciones europeas, para contribuir, respetando los procedimientos democráticos correctos y mediante la confrontación de las propuestas, a delinear una convivencia europea cada vez más respetuosa de cada hombre y cada mujer y, por tanto, conforme al bien común».Que Europa se construya como Unión, ha de impulsar también a los cristianos hacia la unidad, para ser verdaderos testigos de esperanza. Juan Pablo II mueve las conciencias de los creyentes para considerar que «en la Europa que está en camino hacia la unidad política, ¿podemos admitir que precisamente la Iglesia de Cristo sea un factor de desunión y de discordia? ¿No sería éste uno de los mayores escándalos de nuestro tiempo?».La Iglesia es un espejo en el que se refleja el alma de la humanidad. Si los cristianos nos apasionamos por profundizar en la verdad que nos une, la humanidad encontrará un fermento sólido de concordia. La nueva Europa necesita de este aporte de alma que los cristianos estamos llamados a realizar. Como Pastor de la Iglesia en Valencia invito a todos los cristianos a colaborar activamente con las autoridades, políticos, sindicatos, empresas, corporaciones y entidades a la construcción europea.Por dicho motivo, estimo de especial interés contribuir a la difusión de la actitud de la Iglesia ante las relaciones mutuas con los poderes públicos reseñadas por el Papa. En ese sentido, he remitido la Exhortación del Papa a los agentes sociales y políticos para que, abiertos al diálogo, conozcan las líneas de pensamiento de la Iglesia en la construcción europea. Animo a todos los párrocos y fieles a conocer, profundizar y divulgar esta Exhortación del Papa en sus respectivos ámbitos.