lunes, 12 de agosto de 2013

EL CREDO DEL DIABLO

1º. Creo que existe y que es muy eficaz y potente.

2º. Creo que tiene mucho interés en hacerme creer que no existe.
3º. Creo que ataca por el punto más débil.
4º. Creo que ataca poco a poco.
5º. Creo que se envalentona si me acobardo y se acobarda si con valor doy rostro.
6º. Creo que está empeñado en que me quede solo.
7º. Creo que utiliza táctica alternante. Cuando estoy en baja: placeres aparentes. Cuando en alza: desganas, desconfianzas, desalientos.
8º. Creo que intentará haga yo mudanza en tiempo de desolación.
9º. Creo que se disfraza de ángel bueno.
10º. Creo que si permanezco unido a la Virgen Inmaculada, no tengo nada que temer.
¿Esperas al Señor sirviendo a tu prójimo?
Catequesis para la familia
Por Luis Javier Moxó Soto
MADRID, 12 de agosto de 2013 (Zenit.org) - Esta semana 19ª del Tiempo Ordinario nos llama a considerar la espera cristiana, su vivencia activa en el servicio al prójimo y la garantía de su cumplimiento.
Dios forma un pueblo para comunicarse y manifestar su fortaleza, bondad y misericordia. La fe es la respuesta adecuada de Israel en la historia de la salvación (Heb 11, 1-2.8-19). Y ejercer una espera activa, como dice el salmo 32, es aguardarle porque “Él es nuestro auxilio y escudo”. Confiando así, nuestro corazón se alegrará. El evangelio del domingo (Lc 12, 32-48) nos recomienda estar siempre alerta, vigilantes, porque la llegada del Señor sucede de manera imprevista, el día y la hora que Él quiera.
Podemos preguntarnos por qué en la solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora, que celebramos el próximo 15, se lee la secuencia de la visita de María, embarazada, a Isabel y el Magnificat. “Se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña” (Lc 1, 39). Podemos imaginarnos cómo vivió la Virgen esa disponibilidad familiar, ese servicio a todos durante su vida, desde la sencillez y la humildad en la que el Señor se fijó. Esto es lo que la llevó a decir también “porque El Poderoso ha hecho obras grandes en mí” (Lc 1, 49). La Virgen María es la primera que nos muestra la grandeza de servir activamente, a los más necesitados, en la espera del Señor.
Santa Juana Francisca de Chantal, cuya memoria celebramos el día 12, tiene mucho que ver con ese mismo evangelio, porque fue cofundadora, junto con San Francisco de Sales, en 1610, de la Orden de la Visitación de Nuestra Señora. En su fundación se recomienda el ejercicio del amor divino mediante la visita a pobres y enfermos, además de la promoción de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Esa misma fe, garantía de lo que no se ve, fue el fundamento de la esperanza de San Maximiliano María Kolbe, franciscano conventual polaco, que recordamos el día 14. Gran propagador de la devoción al Inmaculado Corazón de María, en el campo de concentración nazi de Auschwitz, ofreció su vida en 1941, a cambio de otro compañero que iba a ser ejecutado, diciendo: “Soy un sacerdote católico polaco, estoy ya viejo. Querría ocupar el puesto de ese hombre que tiene esposa e hijos”.
La actitud servicial se nos muestra también en San Esteban de Hungría, rey, que ayudó mucho a los pobres, tanto que a veces arriesgaba su integridad física. Cuando le aconsejaban más prudencia y no exponerse tanto, dijo: “Una cosa sí me he propuesto: no negar jamás una ayuda o un favor. Si en mí existe la capacidad de hacerlo”.
Pidamos a Nuestra Madre que la espera del Señor nos mantenga en el servicio y ayuda a los más necesitados, movidos por los ejemplos de santidad de esta semana.

viernes, 9 de agosto de 2013

Carta de un homosexual al Papa: nos das esperanza



Cuando el Papa Francisco habló en el avión sobre el lobby gay, sus palabras fueron acogidas con polémica por unos y con agrado por otros. Pero en ese coro de voces faltaba una voz… La de los homosexuales. Hemos encontrado en el blog italiano “Eliseo del deserto” esta voz, que ofrecemos traducida al español a los lectores de Aleteia.


Queridísimo Papa Francesco,

¡Me llamo Eliseo y te escribo para decirte cuánto te aprecio! Debo admitir que mi corazón seguía estando ligado a Juan Pablo II hasta que has llegado tu: su historia hablaba a mi historia. Cuando le veía y escuchaba, algo se movía en mis entrañas. Su mensaje en Roma en el 2000 a los jóvenes resuena aún potente dentro de mi. ¡Porque es verdad! Nuestra sed de amor, de belleza, de verdad… ¡Es a Él a quien buscamos! Juan Pablo no se enfadará por este nuevo impulso de afecto mío, y espero tampoco Benedicto, que tiene todo mi afecto.

¡Papa Francisco! Con tu simpatía me has robado el corazón. Estaba bajo el balcón cuando fuiste elegido, vivimos el Pentecostés esa noche en San Pedro, en el silencio, en las oraciones que recitamos juntos, en cada palabra que pronunciaste. Cuando nos saludaste, la fiesta en la plaza no se acababa. Tuve la clara sensación de que la Iglesia no estaba dormida, como nos quieren hacer creer, ¡la Iglesia está más viva que nunca!

Yo soy un chico, ya más bien un hombre adulto, y sufro pulsiones homosexuales. Estoy sorprendido porque hoy los titulares de los periódicos hablan solo sobre lo que has dicho o no has dicho sobre los gays, olvidando las bellísimas palabras que has dicho a los jóvenes en estos días en Río.

¡Pero yo quiero recordarlas! ¡Has empujado a los jóvenes a ir! También a las periferias de la existencia, allí donde a menudo has enviado a los sacerdotes, invitándoles a tomar el olor de las ovejas. Has hablado de estos jóvenes que presionan para ser protagonistas del cambio y has citado a Madre Teresa, que decía de empezar por ti y por mi para cambiar el mundo.

Papa Francisco, quiero hablarte de las periferias de la homosexualidad, yo he descubierto tres.

La primera es la de quien se descubre homosexual. Es la periferia de la soledad. Recuerdo que cuando me reconocí homosexual, por un momento se me enturbió la vista. Me pregunté por qué me pasaba precisamente a mi, recuerdo que estaba yendo a la Misa diaria. El joven que admite ser homosexual se siente un monstruo y no sabe con quien hablar de ello. ¿Los padres? ¿Por qué darles un sufrimiento tan grande? ¿Los amigos? Se burlarían de mi. ¿Los sacerdotes? Me dirían que es un pecado. Cuando lo hablé con Dios, encontré en la Biblia esta palabra: “Pero cuantos esperan en el Señor recobran la fuerza, les salen alas como águilas, corren sin esforzarse, caminan sin cansarse”. Es Isaías. En la imagen de la fuerza he leído una promesa. Porque a mí me parecía que no era varón porque no era fuerte como los de mi edad. Después encontré el valor de hablar de ello con un sacerdote, y con el tiempo a amigos de fiar. 

La segunda periferia es la homosexualidad de quien es creyente. Sí, hay también muchos homosexuales que creen en Jesús, pero que no aceptan lo que la Iglesia dice sobre la homosexualidad y sobre la sexualidad en general. No pienso en ellos, pero sí en aquellos en cambio que aman a la Iglesia y que quisieran seguir sus enseñanzas. La homosexualidad tiene un problema fundamental, que lleva a vivir a menudo una sexualidad desordenada y excesiva: las personas homosexuales sienten pulsiones compulsivas fortísimas dentro de sí, además de ello a veces pueden nacer incluso sentimientos reales. La propuesta de la castidad o del celibato puede parecer un acto de heroísmo, un martirio que sólo pocos pueden afrontar. Estos hombres cada vez son los menos, porque el concepto de castidad es cada vez menos comprensible en nuestra sociedad, también en el ámbito católico, y por si fuera poco reciben también los golpes de la militancia gay, porque les consideran una especie de traidores.

Muchos luchan con la esperanza de curarse, una curación sin embargo que mantiene siempre las marcas de las cicatrices. En este punto se es siempre un poco más sensible.

La tercera periferia son los infiernos de la homosexualidad. Donde el homosexual pierde la dignidad de persona humana. Son los sitios de internet de contactos, una especie de escaparate donde exhibir jirones del propio cuerpo para encontrar quien te compre aunque sea a poco precio. No se trata siempre de dinero, sino del precio de la propia dignidad. Son las calles donde de noche se buscan encuentros con otros hombres que puedan llenar los propios vacíos. Son los locales gay, como las discotecas o también esos nuevos burdeles que se esconden como círculos culturales (hay uno en Roma que se llama “El diablo dentro” y no digo más) donde se practica todo tipo de depravación. Son las manifestaciones en las que se pide dignidad por la propia condición, y en cambio se la pierde. 

Tu nos pides que vayamos a las periferias y que lo hagamos juntos. Yo aún soy muy frágil, pero te pido que reces para que pueda tener la fuerza. Veo lo que está sucediendo en Italia, últimamente he escrito una carta a una escritora católica (Costanza Miriano) que ha tenido un eco inesperado. ¿Habrán llegado para mí los tiempos de salir del Cenáculo? 

Deseo estar junto al que está solo, para decirle que no pierda la Esperanza en Dios, y crea que es precioso a Sus ojos. Deseo luchar con el que lucha por ser una mejor persona, por vivir la belleza de un amor puro, y la aventura estupenda de la santidad, sabiendo que las heridas, como las de Cristo, pueden ser fuente de curación para quien lo necesita. Por último, como Jesús, quisiera bajar a los infiernos, en los que ya he estado, de los que he sido sacado y en los que a veces recaigo, quizás en 2013 en Sodoma y Gomorra haya aún algún justo, por el que valga la pena hablar de la Misericordia de Dios; ¡cuántas veces en ese infierno del que no conseguía salir esperaba encontrar un alma que me pusiera a salvo!

El cambio parte de mí y de ti, decía Madre Teresa. Papa Francisco, tengo esta imagen tuya bajando también a estas periferias tan incómodas de la existencia. Te doy las gracias por la delicadeza con la que siempre has afrontado la cuestión. Nunca has levantado el dedo para dividir a la humanidad según sus instintos sexuales. Sabes que el ser humano es algo mucho más complejo y rico.

Reza por mí y por todos aquellos que quizás leyendo esta carta decidan cruzar el umbral de estas periferias para llevar la Buena Noticia de Jesús…. Al menos, la ventaja de los homosexuales es que, a diferencia de las ovejas, huelen muy bien… ¡Perdona la broma! Pero también a mí, como a ti, me gusta mucho reír… Al contrario, enhorabuena por el chiste que has hecho sobre la beata Imelda. ¡Eres grande!

¡Yo rezaré por ti… como hijo!

¡Un abrazo!

Seis mitos falsos de los testigos de Jehová (1)


Una larga cadena de mitos

En su revista quincenal La Atalaya del 1 de noviembre de 2009, los Testigos de Jehová presentan con extraordinaria concisión sus enseñanzas fundamentales y los ataques a la fe católica que les han resultado más eficaces para confundir al católico que carecen de una adecuada formación bíblica y una oportuna capacitación en apologética o defensa de la fe.

De hecho, estos temas los están presentando de forma repetitiva en sus publicaciones más recientes, aprovechando para dar a conocer el que es ahora su libro de cabecera, titulado “¿Qué enseña realmente la Biblia?”.

Saltan a la vista en este número algunas características peculiares de los Testigos de Jehová, especialmente de sus dirigentes, el así llamado Cuerpo Gobernante:


Continuará----


"Revolución sexual" de los 60’s está en génesis de abusos, explica Cardenal

ROMA, 25 Mar. 10 / 03:37 pm (ACI)El Vicario Emérito del Papa para la Diócesis de Roma y Ex Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Cardenal Camillo Ruini, explicó en una reciente entrevista que los graves casos de abusos sexuales cometidos por algunos miembros del clero tienen su génesis en la llamada "revolución sexual" de los años 60’s que ha hecho que la sociedad esté "invadida por la exaltación de la sexualidad".

"Revolución sexual" de los 60’s está en génesis de abusos, explica Cardenal